3.6. La vida familiar y el mayorazgo
procurase la memoria de su nombre, y vinculase
nía poca gente en su casa [en los Alcázares Rea-
su hacienda, para que no la pudiese disipar su
les], y no tenía coche, y sólo le servían pocos pajes
y gente, y unas esclavas,38 por lo cual sabe tenía
hijo?».
poco gasto».39
Huelgan mayores comentarios sobre las muy diferentes
visiones de la vida que tenían padre e hijo, y sobre la
Se contra-argumentó que la compra de los juros se ha-
ciertamente justificada desconfianza del progenitor con
bía hecho no con estos salarios y rentas que Domingo
respecto a la gestión de la hacienda familiar a cargo de
percibía, sino con las joyas y otros objetos de valor de su
su vástago, si no la dejaba debidamente sujeta y segura,
difunta mujer Doña Magdalena, que aquél se habría lle-
como ya hemos indicado.
vado consigo a Sevilla en 1605. Pero, una vez más, sin
pruebas adecuadas.
La reclamación de Juan de Isasaga
Otros reproches
- Por su parte, el otro litigante, Juan de Isasaga y Arrúe,
reclamaba su derecho a una parte de los bienes del ma-
- D.Z.A. reprochaba a J.Z. varios hechos cometidos por
yorazgo Zavala, afirmando que había sido adquirida con
su padre y de su tutora:
los recursos de la esposa de Don Domingo, Magdalena
En primer lugar, el proceder que había tenido su padre
de Arrúe (hermana de su madre, Leonor de Arrúe).
Martín con los bienes muebles de Don Domingo.
La reclamación iba dirigida en especial a los dos juros
D.Z.A. afirmaba, a este respecto, que Martín, a la muerte
de su progenitor, halló y debió haber incorporado al ma-
que Domingo había comprado en 1609 y 1613, situa-
yorazgo más de 20.000 ducados que quedaron de bie-
dos sobre las rentas del Almojarifazgo Mayor de Sevilla,
nes muebles libres (joyas, artículos de menaje y otros
y que habían supuesto una inversión de 21.333 y 10.000
objetos de oro y de plata, tapices, colgaduras de seda,
ducados respectivamente.
cuadros al óleo, escritorios, etc, muchos de ellos traidos
Sin embargo, los testimonios de testigos que presentó
por Domingo después de sus ocho años en Sevilla), pero,
como prueba, fueron tan frágiles que, una vez más, no
«sin haber hecho inventario de ellos, y sin otra cuenta ni
costó mucho a los abogados de D.Z.A. rebatir el argu-
razón alguna, los consumió». Ello, contraviniendo lo
mento. Bastó a éstos, en efecto, recordar que a su muer-
que se disponía al respecto en el documento de funda-
te en 1604, Doña Magdalena no había dejado otros bie-
ción del mayorazgo, pues dichos bienes se habían de
nes que los de la casa de Arrúe, y era tan evidente la
emplear en favor de éste: considerándolos como bienes
modestia del mayorazgo Arrúe y de los bienes que Doña
vinculados al mismo, o vendiéndolos para proceder a la
Magdalena llevó al matrimonio (véase el contrato ma-
adquisición de rentas de juros o censos (o, a falta de
trimonial de 2-6-1578 cfr. Apéndice XII) que era im-
éstas, de bienes raíces). Así tenía que obrar Don Martín
posible que con tales recursos se pudieran haber hecho
al morir su padre, ateniéndose a lo estipulado en la fun-
inversiones cuantiosas.
dación del mayorazgo (cfr. Apéndice XIII).
Por otra parte, dejaron constancia, por contraste, de los
Continuaba D.Z.A.:
elevados ingresos que Don Domingo había percibido
María de Aitamarren, tutora y administradora de Juan tras
durante sus ocho años en Sevilla a razón de varios mi-
el fallecimiento de Don Martín en 1622, se había apodera-
les de ducados anuales (cfr. supra, epígrafe 3.5., cuadro
do seguidamente, en nombre de Juan de Zavala, de mu-
«Salarios y rentas percibidos por Domingo de Zavala
chos de los bienes muebles del palacio, entregando algunos
durante su estancia en Sevilla»), que eran más que sufi-
de ellos a diversos vecinos (el alcalde, el vicario, el escriba-
cientes para la adquisición de tales juros. Recordemos,
no, etc) para que se los guardaran, y ocultando otros. Los
en este sentido, que Zavala ingresaba anualmente en Se-
testigos de D.Z.A. hablaban de artículos de menaje y otros
villa, sumando diversos conceptos, entre 5.500 y 7.500
objetos en plata, escritorios, bufetes, etc etc incluyendo
ducados, según los años.
una alabarda40 (imposible no pensar en que se tratara de un
Por si ello fuera poco, la defensa de D.Z.A. afirmaba el
recuerdo de la batalla de Lepanto, donde fue frecuente que
carácter ahorrador de Don Domingo, señalando que en-
los mandos lucharan con este tipo de lanza ligera), así
tre 1608 y 1613 los gastos de Don Domingo en Sevilla
como de muchos papeles de importancia, para lo cual se
habían descerrajado los escritorios. (Según consta en una
no habían llegado a 800 ducados anuales de media, que-
anotación posterior al pleito, finalmente se hará devolver a
dando el resto disponible para inversiones, «por ser vie-
dicha María de Aitamarren los bienes que había sacado del
jo, y viudo, y vivir cuerda y limitadamente»; en esta lí-
palacio41).
nea, los testigos de D.Z.A. afirmaban que Don Domin-
go en aquellos ochos años en Sevilla,
Entrando, por último, en el terreno de las curiosidades,
señalemos la afirmación de un testigo de D.Z.A. seña-
«se trataba con mucha cordura, sin ostentación
lando que Don Martín había intentado forzar la volun-
de su persona, como de su casa y criados, y no
tad de su padre gravemente enfermo, dos días antes de
pagaba alquiler de casa, porque vivía en el Alcá-
la muerte de éste, queriendo persuadirle para abrir el
zar». «Era viudo, y hombre mayor, y vió [el testi-
testamento, mirarlo y en su caso modificar lo que les
go] que se trataba con mucha moderación, y te-
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